miércoles, 28 de enero de 2015

ETES-VOUS CHARLIE?


 

 

Un profesor de filosofía que escribe en un periódico estadounidense estuvo en París el día del ataque terrorista a la revista semanario Charlie Hebdo; el conmovedor artículo que escribió acerca de sus experiencias contenía una opinión interesante, aunque a mi forma de pensar, equivocada. 

    El profesor aseveró que no es lo mismo producir caricaturas satíricas acerca de la Iglesia Católica—que en Francia representa la mayoría de los creyentes religiosos—que crear sátira acerca de la religión de un grupo oprimido y minoritario.

    No se aclaró si eso de “oprimido” refería a los musulmanes palestinos o las minorías francesas del Medio Oriente.  Aunque no dudo ni un instante que sea muy difícil ser un inmigrante musulman en Francia, donde la mayoría intenta integrarse a la cultura, y sintiéndose ofendida o no por sátiras acerca de su religión, no sale a matar.  No es su calidad de inmigrante o diferente lo que distingue a los creyentes, por más difícil que tal estado resulte; es el hecho de que existe entre ellos personas dispuestas a usar la violencia para imponer su forma de pensar—si es que la palabra “pensar” sea aplicable.  No es la culpa de los musulmanes pacíficos, de los buenos ciudadanos que laboran todos los días para salir adelante.  Pero sí existe algo en la cultura en general de los países musulmanes árabes que fomenta el tomar las palabras del Profeta como una justificación para actos de violencia.  Ese algo no es una cuestión religiosa, sin embargo, sino son elementos culturales, lo cual explica porqué el país musulmán más grande, Indonesia, no representa un hervidero de yijadistas.

    La pregunta sería, entonces, ¿qué tan válido es calificar ciertas ideas como blancos legítimos de la sátira, y otras no?  De mil maneras se ha hecho mofa de los mormones, los católicos, los evangelistas, los judíos, los budistas, de todas las marcas y los colores religiosos que uno quiera mencionar.  El profesor de filosofía alega que es inapropiado burlarse de las ideas religiosas de un grupo oprimido, pero como filósofo debe saber que las ideas, todas, son cuestionables.  Ese cuestionamiento es la materia de la filosofía.  Cuando no podemos investigar u opinar en voz alta sobre el valor y la validez de una idea, simplemente no somos libres.

    Es una cosa muy distinta decir que un grupo oprimido no debe sufrir el insulto adicional de la sátira de sus creencias, y otra cosa muy diferente decir que no debemos hacerlo porque alquien nos puede matar. 

   No debemos confundir la prudencia o la compasión con la libertad.  No hay duda de que los grupos indígenas en México forman una población discriminada y/u oprimida, ¿pero quiere decir eso que no podemos criticar los múltiples abusos de los derechos humanos de las mujeres que son parte de sus “usos y costumbres”, mismos que pasan la Constitución por el arco del triunfo?  ¿Que no podemos burlarnos de creencias primitivas que incorporan tanto la superstición indígena como el fanatismo evangelista?  ¿Que no podemos cuestionar la validez de un sistema cultural en la cual los hombres no hacen nada y las mujeres lo hacen todo pero sin el derecho de tener propiedades, ni de ser votadas?  Hay grupos de indígenas que se matan entre sí por asuntos de tierras o religión; no hay nada exótico o loable en ello, y si forma parte de los usos y costumbres, tal vez sería hora de que dejemos de confundir una colorida danza indígena o una artesanía bella con el derecho a la estupidez ilegal.

   Francia es la cuna de muchos de los valores más preciados en Occidente, y los franceses han salido a defenderlos con una sola voz: “Je suis Charlie”.  La revista salió el miércoles como siempre; los supervivientes del ataque lo han declarado como una meta ineludible..  Sus temas son sátiras contra cualquier autoridad que los escritores crean pertinente.  Eso no va a cambiar.  Ojalá y nos dé valor para cambiarnos nosotros.  Etes-vous Charlie?

No hay comentarios: