viernes, 27 de marzo de 2015

EL FRAUDE


Varias organizaciones internacionales que vigilan la honestidad en etiquetas y orígenes de productos vendidos globalmente concuerdan en que la venta del aceite de oliva es probablemente el fraude agrícola mayor.

    Dos terceras partes (en realidad un poco más) del aceite de oliva extra virgen en el mercado estadounidense ni llenan los requisitos de extracción para la designación “extra virgen”, y en algunos casos el producto contiene aceites que no provienen de la aceituna.

    El aceite extra virgen es extraído de la aceituna con un proceso mecánico en frío que conserva las propiedades de sabor y nutritivas del aceite; el producto así fabricado es más caro que un aceite que es el resultado de un proceso más comercial que utiliza el calor, o que proviene de una extracción secundaria.  Y de ahí el interés de los fabricantes en el fraude: venden un producto inferior a un precio superior.

    ¿Cómo saber qué comprar?  En primer lugar, el vidrio de una botella de aceite de oliva extra virgen es oscuro para proteger el producto de la luz solar que deteriora las cualidades del aceite.  Si se encuentra en un pasillo del súper donde da el sol, es mejor no comprarlo.  Si el vidrio no es oscuro, eviten el producto.

    La lista de ingredientes suele ser tan pequeña que hay que usar lupa para enterarse de todo; pero además, no hay garantía de que la etiqueta no mienta.  El asunto de la etiqueta es el corazón del fraude, por supuesto.  Se ha visto que la mitad del aceite de oliva que se vende como “italiano” es de España, un pequeño dato que la etiqueta no revela.

    Tanto la marca Filippo Berio como Carbonell han sido implicadas en el fraude, aunque ello no quiere decir que todos los aceites de esas marcas sean adulterados.  Es un poco más seguro comprar un aceite orgánico o con designación de origen, y siempre con una fecha de caducidad en la botella, ya que el aceite se deteriora con el tiempo.

    Compré seis botellas de aceite de oliva para examinarlas.  Una botella pequeña de Carbonell venía en vidrio amarillento, aunque el sabor era algo afrutado y agradable.  Las demás botellas (Filippo Berio, Farchioni, y dos botellas Central Market de HEB) venían en vidrio casi negro.  La marca Central Market tiene designación de origen y es un aceite orgánico.  La marca Farchioni implica en la etiqueta que es un aceite orgánico pero la palabra que se usa en italiano es “biológico”.  En tal caso, lo único que se puede inferir sin error es que el producto no contiene ingredientes no biológicos, pero sí podría contener aceites que no son de oliva.  No obstante, hay una fecha de caducidad, instrucciones de guardar la botella lejos de la luz y el calor, y no desecho que estén diciendo la verdad.

     El sabor del aceite puede ser afrutado, pimentoso, algo amargo, pero siempre con la sensación de que no hay cosas raras—mustio, por ejemplo, o agrio.  El aceite extra virgen se usa en ensaladas y otras preparaciones donde el sabor importa mucho; si ustedes compran el aceite por sus efectos benéficos en la salud, lo más seguro es el tipo extra virgen.  Si simplemente desea un aceite más sano para cocinar, el aceite no tiene que ser extra virgen, pero sí tiene que ser de oliva.  Las adulteraciones con aceites de otras fuentes son inaceptables porque algunos de estos elementos de adulteración son nocivos para la salud.

    En general, los aceites más sanos, aunque ustedes no lo crean, son ghee, o mantequilla clarificada, aceite de oliva, y manteca de cerdo.  Los más recientes estudios sobre las grasas muestran, en primer lugar, que el colesterol en la dieta no tiene nada que ver con el sanguíneo, y que las grasas animales son sanas.  Para los que quieran leer más, ahí les va la lista de fuentes:

The Big Fat Surprise, de Nina Teicholtz (el más divertido de los libros)

The Great Cholesterol Myth, de Sinatra y Bowden (son un poco exagerados pero los estudios que citan son buenos y profesionales)

Overdosed America, de Abramson

Overdiagnosed, de Welch, Schwartzl, y Woloshin

     Información sobre el fraude del aceite de oliva se puede encontrar en Internet; son muchas fuentes, algunas mejores que otras, pero es una lectura muy interesante.

   

   

 

     

miércoles, 25 de marzo de 2015

EL EXTREMISTA


En las semanas después del ataque a Charlie Hebdo, y después también de escenas de barbarie de parte del Estado Islámico y Boko Haram, después de la cantada “primavera árabe”, después del ataque en Tunis que causó la muerte de varios turistas que visitaban un museo, se ha hecho evidente que el mundo occidental no comprende las bases ideológicas de estos primitivos movimientos.

    Los más extremistas de los proponentes del Islám han dicho claramente que la democracia es una violación de los preceptos religiosos; sólo su dios y sus leyes plasmadas en el Quran pueden gobernar un pueblo, y es una vejación que el hombre pretenda gobernarse por sí solo.

    Ed Husain, otrora extremista, explica claramente en su libro, “El Islamista”, cómo es el proceso mediante el cual un musulmán de segunda generación en Inglaterra se convierte en un individuo dispuesto a abandonar todos los valores familiares y culturales de su crianza y devenir enemigo del pueblo que los acogió.

    Explica que la segunda generación se encuentra en una especie de limbo: no es igual a los padres que emigraron y se establecieron en un país no musulmán porque no comparte la historia cultural de los progenitores.  Pero como estas comunidades de inmigrantes tienden a vivir en enclaves con sus semejantes, muchos de la segunda generación tampoco se integran plenamente en la sociedad inglesa (o francesa, o italiana, o sueca, etc.).  El resultado suele ser una especie de inquietud ansiosa que busca una identidad que apacigüe la sensación de no pertenecer en ningún lado.

    Esta generación es especialmente vulnerable a líderes dinámicos que plantean el Islam no como una religión de vida espiritual sino como una consigna de acción, sobre todo acción política con fines de establecer el estado islámico.  Parte integral de la postura es el rechazo de todos los “musulmanes a medias”, que incluyen a la generación anterior, los líderes árabes de países que colaboran con Estados Unidos (Arabia Saudita es especialmente señalada), y cualquier país no musulmán.  La ideología es usada para crear odio.

    Este concepto de rechazo gana fuerza con incidentes como la guerra de los Balcanes en la cual la población musulmana de Bosnia sufrió atrocidades (que por cierto fueron filmadas y las películas usadas para la radicalización del autor del libro mencionado). Los líderes islamistas que reclutan a los jóvenes hacen hincapié en que el mundo de occidente reaccionó tarde para abordar el conflicto armado en Balcanes, y lo atribuyen al hecho de que estos países no tienen interés en el destino de las poblaciones musulmanes.

  Paso a paso, Husain describe cómo los “activistas” que no proponen la radical politización del Islam van perdiendo influencia ante el deseo de esta segunda generación de “hacer algo”, de establecer su identidad como musulmanes (a pesar de que muchos no comprenden plenamente las enseñanzas del Quran), de desahogar resentimientos que ellos mismos han ayudado a crear al no querer integrarse a la sociedad del país donde nacieron, atrapados como son entre la cultura de sus padres y la tendencia de aislarse en comunidades de sus semejantes, por un lado, y la modernidad de Occidente por otro.

    Esta es tierra fértil para líderes extremistas que con táctica, sagacidad, y un dominio psicológico de las necesidades de los jóvenes, logran sembrar sus semillas de odio y violencia.  Estos son los jóvenes que salen de Inglaterra, Francia, Alemania, España e Italia para luchar con el Estado Islámico. 

    El mundo occidental no parece entender esto.  Todo lo atribuye a “prejuicios” y “racismo” del país anfitrión sin reconocer que hay personas que no desean integrarse aún si pueden. Otros inmigrantes han superado el racismo y el prejuicio para convertirse en parte de la sociedad adoptada; pero la presencia del extremismo islamista es una trampa terrible para la segunda generación de musulmanes en Occidente, y para el mundo entero.